Plantas acidófilas: qué son y cómo cuidarlas
Coloridas y bastante resistentes, las plantas acidófilas se encuentran entre las protagonistas más conocidas de nuestros jardines: azaleas, rododendros, camelias, hortensias, magnolias, gardenias y muchas más. Sin embargo, todas tienen un denominador común: son sinónimo de belleza y aportan color y alegría, anticipando la llegada del verano. Entonces, ¿Cuáles son las especies más comunes para embellecer jardines, huertos y balcones? ¿Cómo cuidarlas? Sin duda, unas sencillas medidas pueden ayudar, contribuyendo a un crecimiento sano y a una floración óptima y exuberante.
Qué son las plantas acidófilas
En plantas acidófilas representan una especie botánica perenne particular que, como su nombre indica, está adaptada a crecer en suelos ácidos con un pH siempre inferior a 7, para favorecer la floración y un crecimiento sano y robusto. Aunque estas plantas se encuentran entre las más bellas para cultivar en el jardín, requieren cuidados y atenciones especiales para evitar infestaciones fúngicas y la presencia de parásitos que pueden afectar no sólo a su belleza, sino también, y sobre todo, a su salud.
Cuáles son las plantas acidófilas más comunes
La lista de plantas acidófilas es bastante extensa. Van desde las plantas acidófilas de jardín más comunes, como las azaleas y las camelias, hasta las más inesperadas, como las mimosas y las calas. Pueden subdividirse en plantas herbáceas como el lirio, la cala y la clivia, arbustos como la mimosa, la gardenia, la camelia, la hortensia, la magnolia, el rododendro y la azalea y, por último, árboles como el arce japonés, el liquidámbar y el abedul.
Cada especie tiene sus características particulares que hacen que una u otra sea más adecuada para ser clasificada entre las plantas acidófilas para el huerto que para el jardín. Sin embargo, siempre hay que prestar especial atención al cuidado, uso de abonos naturales para plantas acidófilas el riego, pero sobre todo el suelo, que es un elemento decisivo para el éxito del cultivo y la floración, incluso a largo plazo.
Cómo cuidar las plantas acidófilas
Un factor decisivo en el cuidado de las plantas acidófilas es sin duda la elección de la tierra: debe ser ligera y preferiblemente sin cal. Precisamente por este motivo, te recomendamos que elijas tierra específica premezclada para macetas con un valor de pH adecuado para el crecimiento. Como alternativa, basta con utilizar tierra sin cal, preferiblemente tomada de las montañas, el hábitat natural de las plantas acidófilas como las azaleas, los brezos y los rododendros.
Si hay cal en el suelo, es especialmente importante añadir cualquier producto formulado con quelatos de hierro, que pueden reducir significativamente la absorción de cal por las raíces, con lo que se consiguen floraciones más exuberantes y estéticamente agradables.
Por lo que respecta al cultivo, siempre se debe esparcir una capa de bolitas de arcilla o grava simple en el hoyo de plantación o en el fondo de la maceta elegida, una medida útil para favorecer no sólo la ventilación del suelo, sino también un drenaje óptimo del agua.
Si, por el contrario, el suelo no es suficientemente ácido, se puede utilizar un acolchado para plantas acidófilas compuestas de corteza pueden ayudar sin duda a equilibrar el valor del pH en virtud de su acidez. Otra ayuda muy valiosa son las agujas de pino para plantas acidófilas.
Cómo abonar las plantas acidófilas
Para abonar las plantas acidófilas se requiere productos específicos, teniendo cuidado de evitar los abonos genéricos que no tienen las proporciones correctas de nutrientes y minerales para facilitar tanto el crecimiento como la posterior floración.
Si, por ejemplo, la planta muestra en sus hojas manchas amarillentas deben administrarse rápidamente quelatos de hierro para equilibrar la presencia excesiva de cal en el suelo.
En cambio, el sulfato de hierro, aunque conserva la misma función, tiene una acción más duradera y mucho más suave, lo que lo hace preferible si hay un ligero desequilibrio en el pH del agua o del propio suelo.
Para quienes prefieran el uso de abonos naturales para plantas acidófilas. Existen en el mercado composiciones a base de altramuces triturados que, gracias a la liberación gradual y progresiva de nitrógeno, contribuyen a acidificar favorablemente el suelo.
Cómo regar las plantas acidófilas
En cuanto al riego, es esencial que el agua esté completamente libre de cal, el elemento que hay que evitar en el cuidado de las plantas acidófilas. Por el contrario, el uso de agua no desmineralizada tiende a provocar la muerte de la planta en pocos días.
Es especialmente adecuada el agua de lluvia o, alternativamente, el agua del grifo que se deja decantar durante unas 24 horas para que la cal y el exceso de minerales se depositen en el fondo del recipiente o la regadera.
Todas las plantas acidófilas deben regarse con regularidad, evitando regar tanto las hojas como el tallo. En periodos especialmente calurosos es preferible pulverizar pequeñas cantidades de agua sobre las hojas, y esto sólo debe hacerse por la noche, para evitar marcas de quemaduras causadas por el lento efecto de las gotas de agua al ser golpeadas por el sol. A este respecto, puede ser útil el uso de un pulverizador manual, que permitirá dirigir el chorro de agua sólo sobre las partes deseadas.
Plantas acidófilas: precauciones
Vigilar las señales que emiten las plantas es básico, pues permite preservar su integridad y salud, y atajar a tiempo cualquier problema. Por lo que respecta a las plantas acidófilas, detectar su repentina sequedad es casi seguro síntoma de una helada repentina típica de la estación primaveral.
Si, por el contrario, las hojas presentan manchas pequeñas e irregulares, puede ser el resultado de una exposición excesiva a los rayos del sol o los efectos de una helada que, aunque repentina, no está destinada a causar daños a largo plazo.
En cambio, la presencia de pequeñas pústulas negras que afectan a las hojas por toda la superficie indica una infestación fúngica, que puede atajarse espaciando más las plantas, mejorando la ventilación del entorno y del suelo para las plantas acidófilas y, por último, interviniendo con tratamientos antifúngicos específicos según la variedad de la planta acidófila considerada y realizados al menos dos o tres veces, con un intervalo de quince días.
Algunas medidas sencillas permiten plantas acidófilas crezcan sanas y robustas: dedicarles cuidados y atención no sólo optimizará su longevidad, sino que también aumentará su floración, ¡contribuyendo a hacer del jardín un derroche de color y vitalidad!